Por David Hatchwell Altaras*
ABC - 18.10.2016
La Unesco, institución dedicada a la preservación y el análisis
científico y cultural de la Humanidad, acaba de aprobar una resolución
en la que considera que no existe conexión alguna entre el pueblo judío y
la ciudad santa de Jerusalén y su Templo. Esta semana, una mayoría de
países aceptaron una resolución negando cualquier tipo de vínculo entre
Israel y el pueblo judío con la explanada del Templo y el Muro
Occidental (también denominado «Muro de las Lamentaciones»). Con esta
votación, en los foros y organismos internacionales esa zona se
denominará sólo en terminología musulmana de ahora en adelante. Esta
aberración histórica es de carácter exclusivamente político ya que la
Historia, la arqueología, los cronistas de todos los tiempos de la zona y
la religión (tanto el judaísmo como el cristianismo) dan amplia
evidencia que en ese lugar existió un Templo Judío.
Esta resolución vuelve a demostrar cómo una institución de Naciones
Unidas falta a la verdad y con ello sigue su senda de inmoralidad. Sus
mayorías y corruptelas económicas hacen de la organización una verdadera
farsa frente a la misión que debería llevar a cabo. La Asamblea General
de la ONU votó en 2015 un total de veinte resoluciones condenatorias en
contra de Israel frente a solo tres para el resto del mundo. ¿No habrá
países o regímenes a los que criticar en todo el planeta? Siria, Irán,
Irak, Corea del Norte, Afganistán, Libia, Líbano, Níger, Chad, Sudán,
Myanmar… No, no … No cambiemos de tema. Lo único que interesa una vez
más es Israel.
Esta desproporción de interés hace que haya algo verdaderamente
podrido moralmente en la conducta de las Naciones Unidas y muchos de sus
miembros hacia el único Estado judío. La desproporción a la que tanto
alude nuestro ministro de Exteriores en cuanto hay una respuesta israelí
a un atentado terrorista o a una violación de sus fronteras no parece
importarle cuando se usa un doble rasero en los foros internacionales.
Para mí lo más grave, como español, es ver como nuestro país, a través
de nuestro Gobierno se ha unido a los que mienten y tratan de
tergiversar la Historia. El ministro podrá alegar que es parte de una
política europea que sigue el ejemplo de Francia. Para mí, la respuesta
es obvia: la verdad no debe depender de la falta de moralidad o de los
cambios demográficos que afectan a nuestros vecinos.
Deberíamos haber votado en contra como hicieron países europeos como
Alemania, Reino Unido o Países Bajos o el propio Estados Unidos. Ser
indiferente ante la mentira y de facto apoyar la injusticia NO es
realpolitik. Es corrupción moral. Además, permítanme recordarles a todos
los cristianos (católicos y evangélicos) de nuestro país, que la
abstención de España es también una bofetada a sus creencias. Negar la
realidad histórica del Templo viene a decir que todas las menciones de
los Evangelios a Jesús son meras invenciones. Fábulas, ya que allí no
había ni judíos, ni Templo ni Jesús por supuesto… Ese es el argumento de
los que promueven esta resolución frente a la que España se ha puesto
de lado.
La votación es parte de la estrategia del gobierno palestino de Abu
Mazen que ha decidido desde el 2012 llevar el conflicto con Israel a
todo tipo de instituciones internacionales, inventando mentiras
delirantes que se aprueban con el apoyo de una mayoría de base árabe y
musulmana bajo la connivencia de Occidente y otras naciones. Debemos
recordar que la Autoridad Palestina tiene una política activa de
islamización que está logrando el éxodo masivo desde hace veinte años de
los árabes cristianos que se han ido escapando de Belén, Gaza o Jericó,
bajo su tutela y la organización terrorista Hamas. No debe sorprender
que el único lugar en Oriente Medio donde el número de cristianos es
mayor que hace veinte años es Israel. El único donde pueden practicar y
compartir su fe. Los que promueven el odio a Israel, son regímenes
autoritarios o teocráticos que entienden bien el lenguaje y la fuerza de
la propaganda.
Los indiferentes ante ese asedio son los líderes de naciones cansadas
que irresponsablemente cuestionan su propia identidad y envidian la
fuerte identidad de la nación judía que ellos adolecen. Y a los que no
les importa lo más mínimo el destino de un pueblo que ha sufrido durante
siglos y que en 1948 decidió no depender nunca más de la misericordia
de nadie.
Esta semana celebramos la fiesta del Tabernáculo, Sucot. La
conmemoración anual en la que se recuerda los milagros de manutención
del pueblo judío de la salida de Egipto y se exalta la omnipotencia del
Creador sobre el fruto de la Tierra. Desde hace 2.500 años los judíos
celebran Sucot peregrinando a Jerusalén. Crónicas de la época de Jesús
mencionan que las provincias del país quedaban prácticamente vacías.
Menuda perversión de la historia que la comunidad internacional esté
cometiendo esta fechoría cuando como siempre, desde hace 2.500 años,
miramos a Jerusalén y agradecemos al Creador. El próximo lunes se
ratificarán las votaciones en Estambul y es la oportunidad para nuestro
país de enmendar una votación que nos avergüenza. Espero que nuestro
Gobierno lo reconsidere. La mentira es siempre injustificable.
* David Hatchwell Altaras, é presidente da Comunidade Xudía de Madrid.