26/01/14

Neo-nazismo 75 años despúes.

Dieudonné, Le Pen, Ahmadineyad y Amanecer Dorado: nuevos rostros para el neonazismo y el antisemitismo

Por Carla Reyes Uschinsky
  
Una de las primeras cosas que hace un judío cuando sube a Israel es visitar el Yad Vashem, el museo e institución dedicados a la memoria de los 6 millones de judíos muertos en los campos de exterminio durante la segunda Guerra Mundial.

La población israelí se fue configurando desde el 47 -tan sólo dos años después del final de ese macabro periodo de nuestra historia- con los miles de supervivientes de esos campos. Con los miles que tuvieron la suerte de no ser gaseados, los que por simple capricho del destino pudieron escapar  a la Endlösung (la solución final) decretada por Hitler.

Fue un 27 de enero de 1945 cuando Auschwitz, el más  conocido de los campos de exterminio de judíos, fue liberado. A partir de ese momento el mundo comenzó a conocer y a tomar conciencia de lo que estaba sucediendo en los campos de concentración nazis desde hacía años, algo que muchos sabían pero que nadie se atrevía a denunciar.

Ese día fue elegido por la ONU para rendir homenaje a los  6 millones de judíos que desaparecieron en esos campos de la muerte y también  para advertir a las generaciones futuras. Un partido, un movimiento político, el nacionalsocialismo fue capaz de concebir una política de exterminio de un pueblo completo. El nazismo alemán construyó  un argumentario  político, ideológico y racial para culpar a un pueblo de los males del suyo y convertirlo en el enemigo a erradicar. Luego, una vez  que ese discurso ideológico  penetró en una sociedad germana temerosa de la hambruna, puso en marcha la gran maquinaria para llevar a cabo la Endlösung, la soución final. Se trataba de liquidar a una población entera en poco tiempo, encontrar una técnica capaz de “resolver el problema” de la manera más rápida posible, antes de que la guerra acabase.  El nazismo fue ejemplar en su cometido, en apenas 5 años seis millones de judíos fueron exterminados: un macabro récord que aún hoy, 75 años después, hace esconder la cara de vergüenza a los demócratas.

La Shoá es uno de los episodios más negros de nuestra  historia y por ello debe estar presente en nuestro futuro, para no olvidar, para tener siempre vivo el horror cometido. Sólo así podremos evitar que vuelva a producirse. Israel y los millones de judíos que residen en la diáspora han sabido mantener siempre vivo el recuerdo. Sin embargo parece que a algunos les molesta este recuerdo permamente.

Como si se tratara de una maldición histórica, renacen en Europa movimientos  extremistas que vuelven a inocular el veneno antisemita. Con caretas cómicas como la del humorista Dieudonné, que arrastra a una juventud permeable al fanatismo y a la manipulación populista, caldo de cultivo de indignados de toda condición. Con él afloran una vez más las más disparatadas teorías negacionistas, que incluso llaman a buscar entre los judíos a los responsables del atentado contra las Torres Gemelas. El cómico francés conoce el poder del lenguaje y también el de los gestos y los cantos: ahí está el renovado saludo nazi, la quenelle y el himno de mofa del Holocausto: la Shoahnanas.

Hace 25 años las calles de Paris, de Bruselas, se llenaban de jóvenes dispuestos a frenar la escalada ultraderechista de Jean Marie Le Pen. La famosa campaña de Touche pas à mon Pote creó un movimiento anti racista que movilizó a millones de jóvenes inmigrantes y europeos para frenar el avance de la derecha más ultra y xenófoba. Hoy los hijos de muchos de esos inmigrantes llenan los teatros para ver el discurso antisemita de Dieudonné. Ironías de la historia, es un ministro inmigrante de origen  español, Manuel Vals, quién ha decidido parar los pies al cómico francés prohibiendo su espectáculo.

Son muchos los analistas políticos y  eméritos catedráticos de historia política los que consideran que la democracia en Europa está tocada y que será dificil detener las nuevas y complejas caras con las que se nos presenta el neo-nazismo.  Ahí está, camuflado bajo las caretas de Amanecer Dorado, de la nostalgia hacia el Tercer Reich que invade al partido de extrema derecha FPO, en Austria o en  la Guardia Húngara, los herederos de esas milicias de las Cruces Flechadas, que siembra el pánico hoy (como lo hicieron sus progenitores durante la II Guerra) entre la población judía y la romaní.

Europa resurgió de los restos de la Gran Guerra y pudo construirse sobre lo que creíamos  eran las cenizas del fascismo. La crisis económica no puede, no debe ser el pretexto para permitir que vuelvan a encenderse esos rescoldos.

“Dieudonné no es un humorista, es un adversario de la democracia”.

La tolerancia cero del ministro de Interior francés hacia el antisemitismo de Diudonné debe ser la llave para cerrar a cal y canto las puertas a esa lacra.

Y el recuerdo, el recuerdo vivo siempre de los brazos marcados, de los 6 millones de judíos asesinados. La Shoá es esa memoria colectiva que hace que nuestros hijos y nietos sepan lo que sucedió, sepan que el ser humano fue capaz de cometer esas atrocidades y que, por lo tanto, si no lo impedimos puede volver a hacerlo.