03/11/14

Donaciones en saco roto

 
 
Por Pablo Veiga*
Publicado no semanario israelí AURORA . 03/11/2014
 
Llegado un otoño que en Israel parece ser bastante lluvioso, por las imágenes enviadas desde allí, la denominada conferencia de donantes para la reconstrucción de Gaza, reunida en Egipto, se compromete a enviar otra lluvia, ésta en forma de dólares, después de la operación margen protector del pasado verano. Aportan los países que forman la Unión Europea, Noruega, Turquía, USA y alguna monarquía árabe, como Qatar, Kuwait o los Emiratos. ¡Qué decir de estos últimos!... Especialmente un estado al que, inconcebiblemente, el mundo del deporte le ha otorgado la misión de organizar el campeonato del mundo de fútbol de 2022 y que no ha dudado en utilizar sus petrodólares para financiar las actividades de Hamás, cuya finalidad no ha sido precisamente la de mejorar la calidad de vida del conjunto de gazatíes, sino de desarrollar una red de túneles y adquirir una gama de armamento cada vez más sofisticado con la única intención de atacar territorio israelí y causar el mayor dolor posible. 
 
Se habla de más de cuatro mil millones de dólares, a los que habrá que añadir limosnas enviadas desde alguna que otra municipalidad gallega y de entidades propalestinas (mejor dicho, furibundamente anti israelís) de comunidades autónomas españolas. 
 
Sin cuestionar la buena fe de esos donantes, de nuevo asistimos a un paripé internacional que centra su mirada en este enquistado conflicto, obviando otros de análoga naturaleza y peores consecuencias, donde se decide el envío de considerables cantidades económicas para reconstruir viviendas, centros hospitalarios, escuelas y otras infraestructuras que quedaron seriamente dañadas por la acción militar de Israel. Esta es la teoría, que pinta muy bien, pero la inocencia ya hace mucho tiempo que la hemos dejado atrás. Nos gustaría creer que, efectivamente, dicha inyección económica se destinara al desarrollo de ese territorio y de los ciudadanos que en él viven. Ojalá vieran la luz proyectos innovadores que generaran riqueza y cimentaran el progreso integral de Gaza y sus gentes. Pero es pura fantasía. Ya ha sucedido en pretéritas ocasiones y con similares resultados. Cuesta creer que nuestros mandatarios europeos, una vez más, pretendan lavar su conciencia con estas contribuciones, olvidándose de quién va a gestionar esa ayuda externa, un movimiento que llama a la aniquilación del estado de Israel y de todo judío viviente. Un grupo terrorista de la misma raíz que el estado islámico o los nigerianos de Boco Horan, verdaderos ejemplos de la barbarie y crueldad.
 
Tiempo al tiempo. La candidez occidental dejará de ser tal cuando, nuevamente, asistamos al lanzamiento de cohetes desde Gaza a poblaciones israelís o la infiltración de milicianos con intenciones no precisamente pacíficas. La respuesta de Israel no se hará esperar y de nuevo contemplaremos imágenes y crónicas que ya habíamos visto y oído en a través de los parciales medios de comunicación, porque la táctica de hacer la guerra desde colegios, casas y hospitales con niños de escudos humanos se volverá a repetir. Entonces, por enésima vez, las donaciones con nuestros impuestos caerán en saco roto. Quiera Yahvé que me equivoque.
 
*Pablo Veiga é socio de AGAI e colaborador habitual no semanario AURORA