Por Manuel Molares do Val
En Francia tiene una
notable cuota de éxito el humor de Dieudonné M’bala M’bala, de
chistes étnicos antisemitas, que son los que transmiten más odio, y
que triunfan entre los crecientes neonazis e islamistas radicales.
El humor racial
ridiculiza a sus víctimas. El antisemita, además, pone a los judíos
como inhumanos, insignificantes y ruines, técnica usada por los
nazis para que los alemanes los vieran como seis millones de insectos
dignos el Holocausto.
El lunes 27 el mundo
recordará el Día de la Shoah, de ese Holocausto, la terrible
matanza masiva programada que tuvo como ayudantes a muchos Dieudonné.
De 46 años, hijo de
bretona y camerunés, a principios de este siglo se unió al
extremismo islamista y se adhirió al Frente Nacional, cuyo fundador,
Jean Marie Le Pen, es padrino de uno de sus seis hijos.
Y ahí está la mezcla
perfecta del odio con humor étnico, el neonazismo y el islamismo: la
alianza para las gigantescas matanzas en los Balcanes durante la II
Guerra Mundial.
Tienen poco que ver con
los chistes de leperos tontos o catalanes tacaños: los de judíos
ríen las cámaras de gas y las incineraciones, la mayor perversión
humana.
Los estudiosos del
nazismo los conocen: la revista “Simplicissimus” fue un órgano
que, en medio de artículos de buena calidad, ponía a los judíos
como parásitos a los que, naturalmente, hay que fumigar.
En los chistes de
Dieudonné son también insectos, perros, monos y alimañas.
Carcajadas moralmente
depravadas, carcajadas asesinas en espectáculos que han prohibido
gobierno y jueces franceses, lo que ha desatado la ira de neonazis e
islamistas, opresores que acusan al gobierno del país de las
libertades de atacar la de expresión.
No: Francia prohíbe su
destrucción moral perpetrada por quienes quisieran engendrar otro
Holocausto.