27/01/11

Recordación del Holocausto


Por Alfredo Conde *
El Correo Gallego - 27.01.2011
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Hoy es el Día Internacional para la recordación del Holocausto. A mí me parece bien aunque prefiriese el término conmemoración al de recordación. Conmemorar es hacer memoria común y hacer memoria, tener memoria y transmitirla es mucho más, significa mucho más que tener recuerdos, más si estos no son gratos. Hacer memoria de que la brutalidad de los humanos es inconmensurable y condenarla puede ayudar a disminuirla. El tiempo que dure esa disminución es lo que saldrán ganado aquellos que la disfruten. Ese esfuerzo merece la pena.
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En el acto de inauguración del Museo del Holocausto, ubicado en Vashem, en Israel, en mayo de 2005, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, dijo (más o menos) que "la repulsa al genocidio, al asesinato sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de los Derechos Humanos".
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Nunca oculté mi afecto por la cultura judía, de la que formo parte, al ser la mía la judeo-cristiana. Soy consciente de que, en algún remoto e ignoto punto de mi ascendencia familiar, esta profesó su religión pues sus apellidos y las profesiones que ejercieron así me lo sugieren. Sin embargo, cada vez que oigo hablar de los seis millones de judíos, no soy capaz de evitar el recordatorio de los veinte millones de otras personas, comunistas unas, agnósticas otras, demócratas no pocas, también católicas o budistas, creyentes, adversarios políticos, y así hasta la desesperación y la desesperanza que se llevó Stalin por delante. Con ellas también los millones y millones de gentes que los totalitarismos de todos los colores y procedencias han ido eliminando todo a lo largo y ancho de la T­ierra.
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En no pocas ocasiones, se podría pensar que tantos millones y millones de seres han sido asesinados por el mero placer de matar. Por eso creo que hay que reconocerle a los judíos -al tiempo que se muestra gratitud por ello- la persistencia puesta en recordarnos que el horror es posible. De otra manera podríamos olvidarlo. Si se fijan en las palabras de Kofi Annan, dicen: "el genocidio sistemático de judíos y "millones de otras personas" sin citarlas, sin contextualizarlas.
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Es posible que, a estos efectos, únicamente sea posible nombrar a los seis millones de judíos. No a los veinte de aquí, los cientos de miles de allí, los millones de aquel otro lado, pues la realidad política aconseja unos modos y unos lenguajes distintos a los del común de los mortales que viven instalados en un sistema de valores morales que no tienen allá mucho que ver con los valores políticos, que son otros y distintos, aunque deseable fuese que pudiesen profesar aquellos con mayor intensidad y frecuencia de las habituales. Por eso hoy condenemos todos el Holocausto. Al hacerlo estaremos condenando la barbarie, lo más execrable del ser humano, su capacidad de destrucción de todo lo que dignifica al ser humano y lo redime de sí mismo.
* Escritor, Premio Nadal y Nacional de Literatura
http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/recordacion-holocausto/idEdicion-2011-01-27/idNoticia-633709/