Por Gustavo.D.Perednik
Quienes acusan a Hamas de la guerra en Gaza ya no son sólo Canadá, Chequia, Alemania y otros países amigos, sino los palestinos mismos, o esa parte de ellos que no quieren vivir bajo un régimen que amputa las manos de quien roba
Mientras escribo estas líneas escucho por la radio que la Autoridad Palestina da su bienvenida a la propuesta de cese de fuego de la ONU (9-1-09), y pide a Hamas que deje de usar cínicamente la sangre inocente de palestinos. Sí, leyó bien el lector: quienes acusan a Hamas de la guerra en Gaza ya no son sólo Canadá, Chequia, Alemania, y otros países amigos, sino los palestinos mismos, o esa parte de ellos que no quieren vivir bajo un régimen que ampute las manos de quien robe, decapite a herejes, azote a quien beba alcohol, permita golpear a las mujeres y asesine a quien se desvíe de las normas sexuales del Islam.
Son los palestinos que quieren vivir en un Estado independiente, laico y en paz, quienes rechazan seguir acusando a Israel de todos los males, y piden que se detengan… los misiles de Hamas contra nuestra población civil, judía y árabe por igual.Lo primero que cruza mi cabeza es: y si los mismísimos palestinos laicos rechazan a Hamas, ¿quién, además de los fundamentalistas islámicos, saldrán en su defensa? Los neonazis, seguramente. Y luego están quienes como Enrique Curiel hacen comentarios a mi juicio judeofóbicos. ¿Cómo hará para defender a Hamas y a los diez mil misiles que lanzó durante ocho años (y sigue lanzando hasta hoy) contra los civiles israelíes, mientras dicho grupo terrorista pregonaba (y sigue pregonando hasta hoy) la obligatoriedad de matar a todos los israelies? Pues, en primer lugar, niega el Holocausto.
Quien compare todo conflicto entre dos grupos armados, cualquier conflicto, con el asesinato sádico y sistemático de seis millones de judíos atrapados en Europa, niega el Holocausto por banalización.Si el hecho de que Israel se defienda de Hamas es equiparable al genocidio nazi, entonces, lector, no hubo Holocausto. Su segundo paso es más habitual: mentir, y mentir sin vergüenza sobre las metas de Israel, sobre los discursos de sus líderes. No menciona que Albert Einstein fue un gran y activo sionista, y que así lo dejó registrado en sus acciones y en su obra escrita. En vez de ello, inventa que Ben Gurión “quería construir un Gran Israel”.La mentira continúa. ¿Cuál es el objetivo de Israel? ¿Defenderse de Hamas? No, no podría ser porque los judíos somos crueles. Según Curiel, nuestra meta es “expulsar a los palestinos de su tierra”. Qué extraño, responde la lógica. Además de no haberse enunciado nunca, si esa fuera nuestra meta oculta, podríamos preguntar cómo nuestro poderoso ejército no lo haya logrado.
No sólo no los expulsamos, sino que la población palestina ha crecido a las tasas más altas, y se ha constituido, gracias a Israel, en la única población árabe del Oriente Medio con libertad de expresión, jueces, partidos, prensa y diputados libres.¿A quién exactamente queremos expulsar? ¿Sabe usted que el único que sostiene que se debe “echar al mar” a una población de millones, es precisamente Hamas? Le recomiendo que, en vez de dar rienda suelta a su odio, sencillamente lea la plataforma de esa agrupación y los discursos de sus líderes. A diferencia de usted, ellos no ocultan nada. Uno de ellos, su lamentadísimo mártir Nizar Rayyan, mandó a uno de sus hijos a suicidarse para matar niños judíos, y pedía la eliminación de todos los hebreos dondequiera se hallaren. Rayyan, un bendito como el jeque Yassin, llegó a presumir de ser el inventor de usar a mujeres y niños como escudos humanos.Tercer método del susodicho: volcar sus cocodrilescas “lágrimas por Gaza”, sin nunca esbozar siquiera un sollozo menor por alguno de los centenares de niños israelíes asesinados por Hamas en nuestras escuelas o en fiestas de cumpleaños, ni por alguno de los centenares de adolescentes acribillados en discotecas o escuelas talmúdicas sólo por ser judíos. Llore un poco por toda la humanidad, señor Curiel, y podremos creerle un poquito cuando llore por Gaza.La verdad dista sideralmente de su propaganda.
La contraofensiva israelí se ha lanzado con el apoyo de todos los sectores de la sociedad hebrea, debido a que ocho años de misiles de Hamas colmaron nuestras posibilidades de seguir aguantando. A Curiel nunca le perturba ninguna agresión antiisraelí; a una buena parte de la prensa española tampoco. Se llenan la boca de insultos contra la sociedad más libre y democrática de la región, y agotan todos los gestos de comprensión para con los sectores más retrógrados del planeta. Pobres mentirosos. Da ganas de llorar por ellos.