16/06/08

Lo que cuesta ser amigo de Israel

Manuel Pérez Millos e Pedro Gómez-Valadés no Barrio Xudeu de Ribadavia
LO QUE CUESTA SER AMIGO DE ISRAEL
Por Manuel S. Pérez Millos
Artigo publicado no semanario AURORA

Hace unas pocas semanas, una formación política de ámbito gallego pero con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados de las Cortes Españolas, expulsó a uno de sus militantes, acto punitivo tanto más relevante por cuanto la persona objeto de tal sanción no era solamente un respetable miembro de base sin mayores compromisos dentro del aparato de la organización, sino que se trataba del Responsable Comarcal del Área de Cultura del partido o, para ser más exactos, de la coalición de partidos a la que nos estamos refiriendo. El colectivo en cuestión es el Bloque Nacionalista Galego, más comúnmente conocido por su acrónimo BNG. El represaliado – a estas alturas de la crónica ya conviene, creo, que comencemos a llamar a las cosas por su nombre- fue D. Pedro Gómez-Valadés. Hasta aquí no tendría nada de especialmente noticiable el asunto que nos ocupa, pero concurren en él una serie de circunstancias que lo hacen especial y, sobre todo, particularmente ultrajante. No sería reprobable que el BNG expulsara de sus filas a un sinvergüenza, a alguien que perjudicara los intereses particulares del pueblo gallego, que hubiera defraudado en beneficio propio la confianza en él depositada, o que cometiera cualquier otra canallada. Ninguna de las tachas nombradas, u otra que hayamos omitido, se puede imputar al Sr. Gómez-Valadés. De hecho, es persona cuyo enriquecedor trato tengo el enorme orgullo de frecuentar personalmente, por cuanto me hace el honor de contarme entre sus amigos. Es D. Pedro Gómez-Valadés, por definirlo breve y exactamente, una buena persona. ¿Por qué, pues, fue castigado? ¿Cuál fue su delito? Pues solamente uno: ser Presidente de la Asociación Galega de Amizade con Israel, también conocida como AGAI.

De la actuación del BNG se desprenden varias conclusiones que, en su conjunto, despiden un tufo de lo más asfixiante y que, para no sobrecargar la paciencia de mis lectores, trataré muy sucintamente.

En primer lugar, el Bloque Nacionalista Galego vulnera la Constitución Española, cuyo texto recoge detalles tales como que son fundamento del orden político y de la paz social la dignidad de la persona y sus derechos inherentes, así como el libre desarrollo de la personalidad (art. 10.1); que se garantiza la libertad ideológica y que nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología (art. 16.1 y 16.2); o que se garantiza, entre otros, el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen (art. 18.1) y a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones (art. 20.1). Es sabido que a toda norma jurídica de orden superior deben sujetarse las de menor rango, incluso las privadas, pero el Bloque Nacionalista Galego ignora voluntariamente y vulnera de forma deliberada los mandatos constitucionales. Para el BNG todo vale si es en contra de Israel y de quienes quieren fomentar la amistad con el Estado judío.

Por otra parte, el BNG se conduce con lamentable bellaquería, ya que aduce que el Sr. Gómez-Valadés, en tanto en cuanto que amigo de Israel, es apologista de no se sabe qué prácticas imperialistas (¡Ah!, y genocidas. Eso que no falte). Huelga decir que a contrarii, no publicita ninguna prueba de que el Estado de Israel sea imperialista ni genocida. Evidentemente, es harto difícil probar lo que no existe, pero aunque no fuese más que por dignidad, bien podría intentarlo. Aunque es obvio que buscar decoro en algunas partes, es labor tan inútil como tratar de hallar mansedumbre en una hiena.

Además, el Bloque Nacionalista Galego hace gala de una impresentable parcialidad. El Sr. Gómez-Valadés –y muchos otros con él- propugna con toda firmeza el establecimiento de un estado palestino, con fronteras definidas y que, partiendo de una praxis no agresora, sea capaz de aliviar las penurias de sus ciudadanos, contando para ello, incluso con la ayuda nunca regateada de Israel. Aún no he oído a nadie del BNG condolerse por las víctimas israelíes del terrorismo palestino, ni mucho menos censurar las acciones sanguinarias de Hamás, Hezbollá y sus otros adláteres.

El Bloque Nacionalista Galego actúa con cobardía y necedad, porque cuando trascendió a la opinión pública su inquina contra Pedro Gómez-Valadés, pretendió por medio de sus voceros justificar la decisión ya tomada de expulsar al enemigo pro-judío. Suspendió temporalmente la ejecución del atropello, simplemente para no dañar su imagen en las inminentes elecciones. Pasados los comicios, ya no había razón para continuar parapetándose tras un disfraz de moderación y de talante democrático, por lo que se despojó de su careta y se mostró tal como es: un implacable judeófobo. La necedad no es extraña a la conducta de un grupo político entre cuyas aportaciones a la solución del conflicto en Oriente Medio, figura el deseo de que Irán lance una bomba atómica contra Israel y que lo borre del mapa. La cobardía tampoco nos sorprende a quienes, por razón de edad y otras circunstancias, vivimos muy de cerca el fallido golpe de estado perpetrado por el Teniente Coronel Antonio Tejero contra la incipiente democracia española. Aquel tenebroso 23 de febrero de 1981, los “valientes” patriotas del BNG se constituyeron en apresurada asamblea a orillas del río Miño con el loable propósito de cruzar la frontera portuguesa y salvar el pellejo.

El Bloque Nacionalista Galego llega a tales niveles de bajeza que no duda en publicar en el periódico NOVAS DA GALIZA, que actúa como su portavoz oficial u oficioso (en todo caso como vocero autorizado), una entrevista con un tal Ghaleb Jaber Ibrahim, quien no se ruboriza al decir, entre otras “lindezas” que le acreditan como insigne engañabobos, que Pedro Gómez-Valadés “es un judío converso que además hizo el servicio militar en Israel” (sic). Quienes tratamos a Pedro sabemos a ciencia cierta cuales son sus posturas en materia religiosa. Pero lo más vergonzoso es que cualquiera que lo vea, percibirá inmediatamente en él una discapacidad física que le impide servir en cualquier ejército, hasta el punto de que fue eximido de incorporarse a filas en las fuerzas armadas españolas.

Al Bloque Nacionalista Galego no le vendría nada mal darse un repaso por los clásicos y, entonces, tal vez tuviera la suerte de saber interpretar las sabias palabras de Epicteto de Frigia: “Cuando hayas de sentenciar, procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa.”

A la vista de los antecedentes y conclusiones que acabamos de exponer, deducimos que el BNG no necesita cambiar de siglas para definir qué y cómo es. Sirven las mismas iniciales para definir a una Banda de Nazis y Gárrulos.

Si hay algo positivo en el episodio indigno que acabamos de referir, es que pese a las maniobras de elementos como los que pretendieron eliminar políticamente a Pedro Gómez-Valadés, esta buena persona tiene a muchos que le apoyamos; que a pesar de que sus enemigos se esfuerzan tenazmente en atacarlo, Israel cuenta con quienes estamos dispuestos a dar la cara en su defensa; que aunque se procure ultrajar la razón y la decencia, hay muchos que bregamos por enaltecerlas. Y somos bastantes más que los que se imagina y BNG y sus conmilitones antijudíos.
Pero es bueno que se sepa que el odio que profesan a Israel ciertos obtusos, excede la calidad de lo racional. Sus actitudes me hacen recordar lo que sucedió a Abraham Lincoln, quien replicando a un adversario político dijo que tal personaje le traía a la memoria un barco de vapor que navegaba por el río que atravesaba el pueblo donde vivía siendo niño. Parece ser, según rememoraba Lincoln, que el pequeño buque tenía una caldera común para la sirena y para el motor, de tal suerte que cuando tocaba la bocina se detenía la máquina. Y es que a algunos, cuando les suena la lengua se les paran las neuronas. Sólo así puede explicarse que el BNG haya sido la única formación política que se negó a apoyar una declaración institucional de condena al Holocausto.
Publicado orixinalmente no semanario israelí AURORA