23/03/08

Conflicto Israel-Palestina. La libertad de expresión de la ignorancia

Por Luísa Conde*

Artigo publicado en Judios en el norte de Sefarad

¿Se ha preguntado cómo se forma una corriente de opinión?. Simplemente alguien aparece en la televisión, dice cualquier cosa, otro lo repite…. O alguien escribe en un periódico, alguien lo lee, lo repite…. En internet pasa lo mismo. Pero quiénes son los que hablan, escriben? Porqué les damos crédito antes de comprobar sus fuentes? Es más cómodo creerles sin más. Repetir esa opinión prestada sin intentar contrastarla. Una especie de prensa del corazón de la peor especie, pero esta vez afecta a todo un pueblo: el Judío. Estoy harta de “opinadores” que plasman su ignorancia en periódicos, incluso de tirada nacional como ·El País, 20 de marzo de 2008, página 26, “El otro holocausto” firmado por Gaspar García Fernández.

Los médicos abominan de esas páginas web donde aconsejan terapias absurdas. Hay quién las sigue, qué le vamos a hacer, los imbéciles también son libres para decidir su futuro. Pensemos que también hay quien no sale de casa sin mirar su horóscopo del día. Siempre me pareció un misterio lo que la gente se puede llegar a creer sin más. Y la Historia? Todo el mundo sabe de Historia. De Matemáticas no, pero de Historia… Palestina, Israel…. “Ésa Historia” la conocen como si hubieran hecho un máster. Y sin embargo jamás han leído más allá de artículos en el periódico escritos por alguien como ellos. ¿Nunca han oído decir que los americanos son incultos a gente que jamás ha visitado USA y que ni siquiera sabe cual es la capital de Nueva York? Y sin embargo persisten en una opinión prestada porque la dice alguien que les “merece” credibilidad en base a que sale en televisión o escribe cualquier cosa. Es bien cierto que el prejuicio se cura con el estudio. Pero hoy en día quién “pierde el tiempo” estudiando, leyendo. Pues para emitir una opinión hay que leer, estudiar, reflexionar, comparar. Opine sobre matemáticas sin tener una mínima base, nadie le daría crédito o se burlaría de su ignorancia. Para opinar sobre Israel y los palestinos (que no Palestina) es necesaria igual formación.
Para empezar, le recomendaría leer algunos libros:

-“De tiempos inmemoriales”, de Joan Peters.
-“Viaje de París a Jerusalem”, de René de Chateaubriand.
-“Recuerdos de Oriente”, de Alphonse de Lamartine.

Para continuar le recomendaría un viaje a Israel, de norte a sur, de este a oeste. Alquile un coche y recorra el país por su cuenta. Hable con la población. Comparta los misiles diarios de Sderot o Ashkelon (en los telediarios nunca aparecen los heridos ni los muertos israelíes, no los exhiben, es otra manera de entender la dignidad y no hacer gala del victimismo). Visite los llamados “lugares ocupados”. Compare. Vea un país próspero, magnífico, la única democracia de Oriente Medio. Y regrese. Y vuelva a escribir. Sinceramente.
Para finalizar, le transcribo un artículo de PANCRACIO CELDRÁN, erudito en Historia Comparada, él sí. Léalo con atención porque está escrito por alguien que además de haber estudiado exhaustivamente la Historia, conoce el país de primera mano. Si se lee el libro de Joan Peters: "De tiempos inmemoriales", se comprueba, de acuerdo con la documentación contrastadísima que en él se maneja, que la tierra de Israel no ha estado poblada por palestinos en las épocas moderna y contemporánea, tal como se desprende de los relatos de viajeros de los siglos XVIII, XIX y XX, sino que era un territorio casi vacío. Son más de cincuenta los libros y relatos de viajeros europeos manejados para afirmar que todos coinciden en no haberse encontrado nunca con nadie en el 90% de las tierras que actualmente forman el Estado de Israel, el Reino de Jordania, la República de Siria y El Líbano, que no se sabe realmente lo que es hoy, o a quien obedece.

René de Chateaubriand en su Viaje de París a Jerusalén expresa la extrañeza que se siente ante la desolación y la despoblación total de la Tierra Santa, y Alphonse de Lamartine, que la visitó en 1835 para meditar y tratar de armonizar su fe cristiana con el racionalismo filosófico del siglo XVIII, dice en su libro "Recuerdos de Oriente" que 'fuera de las puertas de Jerusalén no vimos ningún ser viviente ni escuchamos sonido alguno': no había gente. El estadounidense Mark Twain, que visitó la zona en 1867, afirma: 'Tal desolación existe aquí que no se puede describir; hemos llegado a Tabor... no hemos visto a ningún ser humano en todo el viaje'. Diez años antes, el cónsul británico para Palestina declaraba: 'El país está vacío de habitantes y sería necesario que tuviese alguna población'. Si se consulta el censo turco para la región, de 1882, cosa que yo tuve ocasión de hacer un siglo después, en toda la tierra de Israel, parte del Líbano, Jordania y Sinaí hay 140.000 habitantes, tanto árabes como cristianos y judíos. ¿Dónde estaba el milenario pueblo palestino?. En ninguna parte. Mejor dicho: quienes se dicen sus descendientes estaban en Jordania, Siria y Egipto.

De esos países llegaron en el primer tercio del siglo XX a la Tierra Prometida. Prometida porque la presencia cada vez más numerosa de los judíos sionistas creó fábricas, saneó el suelo, creó mano de obra; al reclamo de la actividad judía se arracimaron en una tierra que nunca habían habitado por la sencilla razón de que era inhabitable por su insalubridad y pobreza. Debido a este hecho, y sobre todo a la inmigración judía de socialistas idealistas procedentes de Europa del Este, que se establecieron en kibutzim y moshavim a modo de granjas y fábricas colectivas, la población se disparó, y los árabes, que habían despreciado la tierra hasta entonces emigraron a ella en número de 650.000 en 1922, ubicándose precisamente en los lugares donde los judíos habían creado riqueza y trabajo. Aquel mismo año el gobernador británico del Sinaí puso de relieve que aquella inmigración era en su mayor parte ilegal, y que procedía de Transjordania, Egipto y Siria. En 1930 las autoridades inglesas del Mandato apoyaban el conocido y poco recordado Hope Simpson Report diciendo: 'la lista de parados está ampliándose por la constante inmigración árabe a través de Transjordania y Siria', información que se ve corroborada por fuentes árabes de la época: el informe del gobernador del distrito sirio de Hauran, Tewfik Bey El-Haurani, que escribe: 'Más de 300.000 sirios de Hauran se mudaron a la tierra de Israel en estos años de 1930'. Y el primer ministro inglés W. Churchill dijo en 1939: 'Lejos de ser perseguidos, los árabes se han desplazado al país desde sus países de origen'. Los judíos eran el polo de atracción gracias a los puestos de trabajo que estaban creando.

*Luísa Conde é Vicepresidenta da Comunidade Xudía da Coruña