25/12/06

Mensaxe de saúda de Jaime Naifleisch

 



El mundo es un lugar ancho y peligroso para las gentes de paz, y tanto más si es gente que necesita la justicia para vivir, como enseña la Torá. Siempre lo fue, más en unos tiempo-espacios que en otros. Más en estos tiempos que corren.

Pero la agresión, el ataque a quien no ha atacado ni amenazado, no se ejerce sólo con cuchillo. Cada vez más porque más somos los que repudiamos y denunciamos a los agresores, el arma se sirve de la palabra. La mentira, la falacia, la ocultación de las verdades, urden un tejido denso y pegajoso, una infodemia, una epidemia de desinformación en nombre de un ejercicio fundamental, el decir, y de las libertades de opinión y de expresión que los mejores han conseguido que llegue a ser ley, al menos en las ciudades más alejadas de la barbarie lisa y llana.

Precisamente por ello es en éstas donde la infodemia alcanza sus cotas más altas, auxiliada por las tecnologías, por la servidumbre voluntaria y la obediencia debida de los peores, de los cautivos de sus fobias, prejuicios e intereses inconfesables. En ciudades como las nuestras.

Los Hombres que ni somos agresores ni somos sus cómplices –los pacifistas-- , los Hombres que amamos la paz y por eso somos pacíficos, que anhelamos más altas cotas de justicia, los que queremos tender a lo mejor posible alejándonos de lo peor, los que tememos por la vida, por los débiles, por los nuestros, continuamos aferrándonos a la palabra que se desea justa y limpia, a la que busca comunicar, aclarar, educar con las enseñanzas de la experiencia humana, la palabra que se ofrece al debate, a la controversia ¡al puñetazo sobre la mesa, incluso, cuando es preciso!, y es enemiga de la falsía, de la corrupción, no podemos menos que saludar, con amor, con respeto, con cierto alivio, la irrupción y el mantenimiento de medios que, burlando los monopolios prostituidos se eligen de esa guisa, y se ofrecen a los Hombres, para acompañarlos, para ser con ellos.

Ahora es el turno de Galiza-Israel, bienvenida sea la Asociación Galega de Amizade con Israel. Todos los pueblos, todos, son capaces de aportar buenas voluntades, y malas ¡ay! Esta manifestación que nace en la dulce Galicia, tan diaspórica ella, tan vapuleada como las que más, tan distinguida por sus maestros de la buena palabra a lo largo de los tiempos, esa Galicia que cultiva y bebe los vinos que una vez llevaron al lugar judíos, tiene ahora una voz en la asamblea de los mejores.

Gracias amigos todos de esta página, por no dejar solos a los suyos. Seguiremos juntos, ella será lo que con ella hagamos.

JNA