08/01/12

Hermosa coincidencia



Por Pablo Veiga


Publicado no semanario israelí Aurora - http://www.aurora-israel.co.il/


La casualidad ha hecho coincidir en el tiempo dos importantes festividades para la comunidad judía y cristiana, la Janucá para la primera y las Navidades para la segunda. Celebraciones ambas de gran calado y en las que concuerdan destacadas similitudes. Si en una prima la simbología de la luz, representada en la Memoráh – el candelabro – y la fortaleza espiritual, la navidad se visualiza en iluminación de calles y hogares. Es época de paz y de amor. Para los judíos, especialmente para los israelitas, la Janucá esconde un acto histórico de heroicidad, la lucha de los Macabeos. Victorias militares que merecen todo tipo de reconocimiento; no obstante el milagro de esta festividad radica en la fortaleza de los débiles frente a los poderosos. De ahí que la Kedushá, es decir, la Santidad, ha sido constatada como el ideal más elevado de la educación judía. El significado de estos festejos no se puede dejar de relacionar con el nacimiento del Estado de Israel y su lucha constante por sobrevivir en un entorno marcadamente hostil. Su pueblo sabe mejor que nadie el significado de los conceptos independencia y libertad. Para aquellos que vivimos en una sociedad de tradición cristiana, católica para más señas, como es la española y gallega, las navidades son fiestas muy entrañables y de gran arraigo. Independientemente del grado de creencia religiosa de cada quién, se viven intensamente. Las familias se reúnen, las comidas y cenas son copiosas y se despide el año viejo para recibir el nuevo. El veinticuatro de diciembre tiene lugar la noche buena, conmemorando el nacimiento de Jesús en Belén, el hijo de Dios, que vino al mundo para redimir a los hombres. Nació de la forma más humilde, en un pesebre, y su vida transcurrió por las tierras de Israel. Nazaret, el lago Tiberiades o Jerusalén son topónimos que todo cristiano sabe identificar. Este año se ha producido una hermosa coincidencia: La Janucá y la Navidad. Judíos y cristianos ante una de sus más importantes festividades. Hechos históricos que tuvieron lugar hace más de dos mil años, heroicidad militar por un lado y nacimiento de un niño por el otro, cargados de una tremenda connotación espiritual y religiosa. Valores como la paz, el amor, la fraternidad y otros impregnados de buenas intenciones continúan vigentes en nuestros días más que nunca. La luz se tiene que imponer a la oscuridad. La razón a la fuerza. Encendamos una vela y no ahorremos esfuerzos en ese fin. Luchemos por ello incansablemente. Las generaciones venideras lo valorarán.


* Pablo Veiga é socio de AGAI