DE COMPOSTELA A IERUSHALAIM
Indignados
Indignados
Por Pablo Veiga*
Con este nombre se denomina a los participantes en el movimiento llamado 15-M, Democracia Real Ya. Desde mediados de mayo, las plazas de las ciudades españolas han acogido acampadas de jóvenes, y no tanto, que han alzado su voz contra la clase política y la banca fundamentalmente, reclamando cambios sustanciales en el sistema, demandas que son de lo más variado, desde modificación de la ley electoral para fomentar mayor participación hasta medidas que frenen esta economía especulativa y deshumanizada y cuyos beneficios van a parar a una minoría.
Los indignados españoles forman un grupo heterogéneo, sin liderazgos notorios, organizándose en forma asamblearia y un discurso no del todo definido. La situación económica de nuestro país es grave; el paro ronda el veinte por ciento de la población activa (¡el triple de Israel!) y existen amenazas de intervención por parte de la Unión Europea, al igual que sucedió con Irlanda, Grecia o Portugal. Precisamos un cambio en el modelo productivo tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, una reformas estructurales que incidan en el mercado laboral y acabar con ciertas prebendas que sólo benefician a unos pocos. Una sociedad moderna no puede permitir un veinte por ciento de economía sumergida y tampoco privilegios típicos de otras épocas ya pasadas. Existen motivos de indignación en la ciudadanía española. Por fin ha explotado esa frustración, aunque en ocasiones se vea manchada por episodios violentos totalmente condenables.
Y estas movilizaciones que tienen lugar en nuestras urbes han traspasado fronteras y llegado hasta … ¡Israel!. Los medios de comunicación nos muestran imágenes que nos resultan familiares. Concurridas manifestaciones y eslóganes contra la carestía de la vida, las dificultades para el acceso a la vivienda, la precariedad laboral o la baja calidad de la sanidad, entre otras. Sorprende por nuestras latitudes esas masivas protestas de la sociedad israelí, aprovechadas, como no, por los de siempre para atacar a Israel. Uno se escuda en el derecho de manifestación existente, a diferencia de en otros países del entorno cuya respuesta a las demandas de sus ciudadanos ya es de sobra conocida. Pero sorprende más todavía a aquellos que mostramos una amistad sin ataduras con el pueblo judío y con Israel. Nosotros, que siempre hemos valorado los logros alcanzados por un país amenazado desde el mismo día en que nació en los ámbitos de la agricultura, la tecnología, la ciencia o la cultura, que loamos la capacidad de asimilar a cientos de miles de inmigrantes llegados de distintas partes del mundo, observamos en un primer momento con cierta perplejidad el malestar profundo que se manifiesta en esas multitudinarias concentraciones.
Pero la comunidad judía ha sabido sobreponerse a mayores adversidades en el pasado y el Estado de Israel, democrático y de derecho, dispone de suficiente potencial para crear alternativas a los problemas de sus habitantes. Y sabrá hacerlo. Las sociedades dinámicas y libres, maduras y acostumbradas a la superación de grandes desafíos, como la israelí, afrontará este reto, germinado dentro de sus propias fronteras. El enemigo siempre ha estado en el exterior con el objetivo único que todos conocemos. No permitan ustedes, ciudadanos de Israel, que las contradicciones internas consigan lo que otros anhelan.
* Pablo Veiga é socio AGAI e colaborador no semanario israelí AURORA
* Pablo Veiga é socio AGAI e colaborador no semanario israelí AURORA