08/05/08

El “caso Valadés” y los demagogos involuntarios



Por Miguel Boó*

Artigo publicado en Xornal.com

Leo en Xornal.com un artículo titulado “Las trampas en el caso Valadés” en el que advierto afirmaciones, comparaciones y juicios de valor con los que no puedo estar de acuerdo. De entrada, que su autor sostenga que la afinidad de la Asociación Galega de Amizade con Israel es, en realidad, una amistad con el Gobierno de Israel revela desconocimiento o mala fe, pues el señor Valadés difícilmente puede evitar –sin ser grosero- que la Embajada de aquel país se muestre interesada en su caso.Por cierto que la legación diplomática israelí se limitó a enviar una carta intachable al vicepresidente de la Xunta, una misiva absolutamente conciliadora y dialogante, contra la que el señor Quintana reaccionó de forma desproporcionada por entender, erróneamente, que se habían injerido en asuntos internos de su partido.Más bien es el BNG el que, por supuesto en el ejercicio de su derecho, ataca al Gobierno de Israel cuando y cuanto le place. Otra cosa bien distinta aconteció cuando el BNG se negó a aprobar la condena del Holocausto si no se vinculaba –en un acto de banalización imperdonable y, a mi juicio, claramente judeófobo- el mayor genocidio industrial y planificado del siglo XX, con la situación actual de Palestina, donde el número de bajas más importantes de su población ha sido, con mucha diferencia, el perpetrado a manos de árabes, especialmente jordanos, y no de los israelíes. A pesar de ello, el BNG –que el año anterior sí se había adherido a la Declaración Institucional en Memoria de la Shoah- se empeña en considerar que la muerte (lamentable y condenable, por supuesto) de aproximadamente 4.500 palestinos, es un genocidio como el Holocausto de 6 millones de judíos, aunque nada tiene que decir de los más de 15.000 palestinos asesinados por sus hermanos.El columnista sigue aseverando que existe un pacto económico y militar entre Estados Unidos e Israel, como si esto fuera ilícito y como si Egipto, Jordania, Marruecos, etcétera no hubieran suscrito con el “Gran Satán” y el pérfido Bush acuerdos similares, si no superiores, en términos tanto macroeconómicos como militares. En cuanto al gran descubrimiento de que ni todos los judíos ni todos los israelíes están de acuerdo con el sionismo, expuesto el argumento como una tara, como un pecado de este movimiento nacionalista, eso es como deducir que como no todos los gallegos son nacionalistas, o soberanistas, o independentistas, esas ideas ya están en entredicho, como las del malvado sionismo al que algunos han convertido en el único nacionalismo que no tiene derecho a conquistar sus metas y sus legítimas aspiraciones.El artículo de Manuel de Castro, que quiere ser equidistante pero no lo consigue y que cae –doy por hecho que sin quererlo- en argumentos demagógicos y objetivamente inconsistentes, habla de Israel como un país con normas “mucho más democráticas que su entorno” lo cual, más que un reconocimiento es una acusación. En efecto, ser más democrático que un entorno de tiranías, satrapías y regímenes teocráticos donde la mujer pinta menos que muchos animales, donde se ahorca a los homosexuales o se lapida a las presuntas adulteras, no es gran cosa. Sobre todo si decimos la verdad: Israel es una democracia ejemplar donde el millón largo de árabes con ciudadanía israelí (no los miles de los que habla el columnista, tal vez mal informado) son los únicos de todos los árabes del mundo que gozan de derechos democráticos, de partidos, de jueces, de medios de comunicación propios e incluso de diputados que utilizan la tribuna de la Knesset para proclamar la destrucción del estado de Israel.

Sobre Israel y PalestinaEl Parlamento hebreo controla al Gobierno, los tribunales son independientes y nadie va a la cárcel sin un juicio justo, incluso quienes se niegan a participar en “acciones de guerra inmorales incumpliendo mandatos expresos de la ONU”.Y hablando de inmoralidad, ¿dónde hay una mayor que la de quienes usan a sus hijos como “mártires” (¡!) o la de quienes se escudan en civiles para arrojar misiles contra poblados israelíes sin importarles la vida de su gente? Cuando determinadas ONG denuncian cada año el uso de niños en las guerras, ¿cómo es que nunca salen a relucir los pobres niños palestinos?En cuanto a las decisiones de la ONU, ¿por qué algunos se empeñan en acusar siempre a Israel de incumplir acuerdos de Naciones Unidas, si el primero y más importante de todos los mandatos, el de la partición de Palestina hace 60 años, fue desoído por los países árabes que invadieron el recién creado estado de Israel con el objetivo público y publicado de “arrojar los judíos al mar”? ¿Son culpables los israelíes por haberse defendido sin la ayuda de nadie y con la complicidad cobarde de la ONU y de los países occidentales, incluidos los EEUU, y de haber ganado aquella guerra de supervivencia y las que tuvieron que librar después?El pobre pueblo palestino, con el que me siento profundamente solidario, es rehén de sus dirigentes, es cautivo de sus terroristas y es víctima de políticos corruptos, como el venerado Arafat, que han dilapidado ayudas europeas muy superiores a las que se destinaron al famoso Plan Marshall tras la segunda guerra mundial. Por cierto que en Israel juzgan y condenan a sus dirigentes cuando se demuestra que se han corrompido o se han llevado dinero a París o a Suiza.Y, bueno, la situación actual que padece ese pobre pueblo, con ser lamentable no explica el fenómeno “de los campos palestinos en los que se crían terroristas” como nos invita a pensar Manuel de Castro. Si así fuera, habría terroristas en decenas de países en mucho peor situación socio-económica que los palestinos. Además, ¿de qué campos habla? Campos son los de Darfur, campos son los que hacinan a miles de personas en tienda de campaña, sobre el barro, sin agua, ni luz ni nada. Y en Palestina hay coches, escuelas, luz, cibercafés, quirófanos, teléfonos móviles… Lo que no hay son los vergeles que les dejaron los israelíes y ellos destruyeron en Gaza…Pero diremos más: ni siquiera es cierto que el fenómeno del terrorismo se deba a la ocupación. Setenta años antes de la ocupación, y 50, y 40 y 30 años antes, los árabes ya masacraban a los judíos en la Tierra de Israel, renombrada como Palestina por los romanos como hiciera Franco con Euskaherria llamándole Vascongadas. Y digo árabes y no palestinos porque este vocablo, referido a los árabes o sirios del sur que vivían en Israel no tiene más de 40 años. De hecho, en los periódicos de 1948 que he tenido el capricho de consultar no aparecen más que árabes contra israelíes. Es más, desde finales del XIX y durante todo el mandato británico los palestinos de aquellos lugares eran los judíos, que crearon el Banco de Palestina, la Orquesta de Palestina, la Compañía de Frutas de Palestina, etcétera.Sin embargo, lo más grave del artículo de Manuel de Castro es que no entra en el hecho irrefutable de que nada hay en el corpus doctrinal del BNG que impida a Valadés ser nacionalista como es –y de los mejores- al tiempo que pro-israelí, pro-saharaui o incluso pro-cubano. Tanto es así que en la primera representación de su expulsión, a través de un auto de fe inquisitorial, vergonzoso y humillante en el que no faltaron improperios, insultos y amenazas contra su persona, el sanedrín bloquero salió ante la opinión pública diciendo dos cosas: una que la línea oficial era “discoincidente” con Valadés en el conflicto de Oriente Próximo, y dos, que, en palabras de su máximo líder Anxo Quintana a los medios de comunicación, no existía ningún expediente contra nadie y no se iba a expulsar a nadie.

Una canallada y un atropello. Y como el columnista no entra a fondo, pues se dedica a marear la perdiz con argumentos, a mi juicio pueriles, como comparar a Valadés con un seguidor del Depor empeñado en ir a Riazor con la camiseta del céltico Vlado Gudelj. Lo cierto es que, parodiando el desafortunado ejemplo, el señor Valadés es de los que saldría al campo con una camiseta de su equipo (el BNG), cantaría su himno y sería, además de jugador, abonado y accionista. El problema no está, pues, en que “no sienta los colores”, como se dice en el argot futbolero. Siguiendo con el símil, la pega reside más bien en que los intolerantes que mandan en su partido, no le perdonan que, aún siendo del Dépor, en la disyuntiva entre Madrid y Barça, Valadés se alinee con los merengues. Y eso, se pongan como se pongan los upegallos custodios de las esencias patrias, es una boutade. Y, si analizamos las consecuencias de aplicar ese disparate al caso que nos ocupa, no podremos concluir sino que se ha cometido una canallada y un atropello.Pedro Gómez Valadés, a quien tengo el honor de tratar, es desde hace 12 años un nacionalista convencido, galego-falante, supongo que independentista, etcétera. El señor Valadés no deja de cumplir ni una sola de las normas esenciales del partido al que pertenece. Y en ningún sitio se dice que un judío no pueda ser nacionalista gallego o un cambadés defender a Israel, a Irán o a Cuba.El argumento del señor Castro de que es lógico que el PP podría fulminar a un militante que alabase el régimen cubano o el PSOE a uno de los suyos que piropee al partido conservador, nada tiene que ver con lo que nos ocupa, aunque estoy seguro de que el columnista cambiaría de opinión sobre lo disparatado del supuesto comportamiento de esos militantes del PP o del PSOE, si la casuística fuese otra. Por ejemplo, apuesto que ni a él ni a mi nos pareció disparatado en su día que los teólogos de la liberación dijeran, dentro de la Iglesia Católica, lo que dijeron contra el statu quo vaticano, o cuando nos pusimos del lado de los curas marxistas o abortistas… Entonces eso no era un disparate, claro.

Las visiones "discoincidentes"Ser pro-israelí, pro-tibetano, pro chií, pro suní, pro kurdo o pro-Saddam, no afecta a las esencias del BNG ni de ningún partido, y sí a la libertad de expresión y de conciencia de quienes desde ese partido tienen visiones “discoincidentes” en esas materias de índole más bien subalterno. Diré más, si un asunto de política internacional como el que nos ocupa fuera motivo real de expulsión, como la que se acaba de consumar miserable y autoritariamente contra Pedro Valadés, ¡qué no tendrán que perpetrar en lo sucesivo los guardianes de las esencias estalinistas del Bloque contra sus militantes de la CIG que hablan español, van a misa e incluso comen tortilla de huevos batidos con patatas! ¿Y como resolverán, sino con purgas, la desviación que sin duda encabezan todos los socialdemócratas que infestan el partido (o frente de partidos)? ¿Y que círculo concéntrico del infierno talibán les reservarán a los meros autonomistas que se atrevan a opinar contra el independentismo o la conquista del Bierzo?Es más, ¿qué destino cruel les espera a los pocos que en la asamblea de Vigo, cuando se expulsó en primera instancia a Valadés, no aplaudieron y jalearon a rabiar –con la connivencia de la diputada Olalla Fernández Davila- la intervención energúmena de Balbino Pérez Bellas, arquitecto jubilado, quien propuso como solución del conflicto de Oriente Próximo el que Irán arrojase una bomba atómica sobre Israel? (Excuso decir que a muchos de los que aplaudieron una iniciativa tan felizmente pacifista, los vi tiempo atrás en la magna manifestación contra la guerra celebrada en Vigo).A Pedro Gómez Valadés lo expulsan los judeófobos del BNG, por judío (sin serlo). Lo expulsan porque a su juicio (y los demócratas como ellos no necesitan demostrarlo) Valadés está a sueldo del Mossad. Y de la Embajada. O porque, como también declaró a “Novas da Galiza” el empresario palestino Ghaleb Jaber Ibrahim –sin probarlo, porque sería imposible- hizo el servicio militar en Israel y es un judío converso. Eso sí, pronunció ambas cosas como acusándolo de cometer algún delito. Sólo diré que si existiese vergüenza y justicia en este mundo, alguien debería decirle a ese señor que Pedro Gómez Valadés, a quien ha faltado al respeto, tiene desde pequeño una minusvalía que le impediría formar parte de cualquier ejército del mundo. Pero el caso es mentir, que algo siempre queda.A Pedro Gómez Valadés lo han expulsado “por apoyar a un país imperialista”. Llaman imperialista a un estado del tamaño de Galicia sin la provincia de Lugo y la mitad de su territorio convertido en desierto. Un país que renunció a sus legítimas conquistas en guerras de defensa, y que devolvió su botín a Egipto y Jordania a cambio de paz… Si el BNG es un partido antiimperialista, ¿qué han dicho del expansionismo de la Unión Soviética, de China…? ¿Dónde estaban estos anti-imperialistas de pacotilla mientras la URSS de Stalin o la China de Mao masacraba a millones de rusos, o chinos, o tibetanos? Se lo diré yo: Estaban donde han estado siempre, en el epicentro de la “ley del embudo”. Por lo demás, nunca dijeron nada favorable a esas víctimas ni condenatorio de esos verdugos. Pero, esto que no falte: llegaron a justificar, por ejemplo, la invasión de Checoeslovaquia y a colocar a Irán como modelo y paradigma a seguir.Y dicho todo lo anterior soy de los que piensa que, en el peor de los casos, si alguien debería irse del BNG para no desprestigiar el nacionalismo moderno que dicen querer encarnar, esos deberían ser los intolerantes, los fanáticos, los dictadorzuelos y pequeños torquemadas que, siendo gentes de la base o de las alturas (que también los hay), no son capaces de respetar la libertad de expresión recogida en sus propios estatutos. En mi opinión, los fachas del Bloque deberían dedicarse a otra cosa: ir de cara –basta ya de tratar de engañar a incautos con el disfraz de corderillos de pascua- y fundar un partido estalinista. (Y expulsar a los leninistas, maoístas, trostkistas y, tal vez, a los marxistas). Los demás, que sean valientes y que no se dejen amedrentar por quienes se comportan como hienas, y que reivindiquen su derecho a forjar un frente nacionalista democrático y moderno, y no autoritario y casposo.>> Miguel Boó es escritor, periodista y secretario general de AGAI.

Miguel A.Boó é Secretario Xeral de AGAI